e integridad personal. En medio de una generación perversa, Enoc tuvo comunión con Dios constantemente. Durante tres siglos resistió la corrupción del mundo, buscó diligentemente al Señor y vivió en obediencia a Él. Más aun, entendió que la «amistad con el mundo es enemistad con Dios» (Santiago 4:4). Como amigo de Dios, Enoc confrontó la corrupción que caracterizaba a su cultura, y advirtió a los pecadores del juicio que espera a todos aquellos que sigan viviendo impíamente. Al final, Dios honró
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